EL SENTIDO DE LO CICLICO

Descripción

Fruto de su trabajo interior, Gabriela nos acerca este árbol maduro, con la experiencia de quien ha vivido dos veces: una en la acción directa y luego con la reflexión que ilumina su sentido.

Es un libro para absorber de a pequeños sorbos, saborear gota a gota, dejarse permear por sus aromas a tierra y esencia, distinguiendo la preciosidad de cada verso.

La metáfora siempre alude a la cosa, en eso radica la belleza de descifrar el sentido que le quiso dar el autor, como también descubrir el sentido que reverbera en el lector.

Gabriela, en su búsqueda por el sentido cíclico de la vida, nos interpela a cuestionar nuestro propio sentido. Más que respuestas, nos trae nuevos interrogantes sobre la propia existencia.

Leer sus versos nos conecta con ese meollo tierno del corazón que late al compás de cada poema; nos confronta y alienta a completar lo faltante encendiendo la imaginación. Sus pinceladas poéticas con las que podemos identificarnos vívidamente con esa sorpresa del “yo estuve allí”, no son otra cosa que pinceladas de la Gran Obra Universal, inacabada e inacabable.

Sus preguntas nos invitan a abrir las aparentes certezas, y las respuestas apuntan a “lanzarnos a ser”. Con sus versos Gabriela nos llama a vivir, a atrevernos, a dar ese salto espiralado, soltar el miedo y no desperdiciar el intento, pues aún el error “detalla…lo que falta…aún por florecer”.

Nos invita a “transformarnos en la pregunta” para retornar a lo verdadero y escribir nuestro destino. Nos empuja al cambio de “volver a nosotros mismos para Ser”. Así es como “el ciclo tendrá sentido al cumplirse”.

Por momentos resulta inquietante ese cuestionamiento que engendra inseguridad y dudas, como una brújula alocada que no muestra su norte  cierto. Pero inexorablemente  vuelve a comenzar, desandando lo aprendido y lo encontrado en el camino para volver al centro, y desde allí, emprender la nueva dirección, avanzando en el “incierto proceso de crecer”.

Agradeciendo lo vivido, Gabriela nos impulsa continuamente a un nuevo ciclo de espiral; desde lo dual, encontrar la unidad, en una suerte de juego de escondidas donde no se sabe “quién busca a quién”. Nos contagia sus ganas de estar cada vez más cerca, cada uno de sí.

Sean estas palabras puente entre el silencio y lo insondable, atisbos de aquello a lo que se quiere llegar, un abrazo de reconocimiento de lo ya dado y un trampolín para continuar el ciclo.